Sakura explora la fragilidad, fuerza y belleza del cuerpo humano a través de la simbología del cerezo en flor, o "sakura", en la cultura japonesa. Este árbol representa tanto la belleza como la fugacidad de la vida, y la serie refleja esa transitoriedad.
En Sakura, la piel desnuda se funde con el entorno, mostrando vulnerabilidad como los pétalos de una flor a punto de caer. La ausencia de sombras y los tonos suaves refuerzan la sensación de lo efímero, evocando el ciclo natural de nacimiento y desaparición. La textura de la piel acentúa su fragilidad, convirtiéndola en una metáfora visual del paso del tiempo.
El cuerpo es tratado poéticamente, no solo como una superficie, sino como un símbolo de vulnerabilidad y resistencia dentro de un ciclo mayor. Sakura nos invita a reflexionar sobre la belleza de lo pasajero y la conexión profunda con el cuerpo y el presente.